sábado, 13 de julio de 2013

UNIDAD VI



UNIDAD VI
6.1 El desarrollo de la globalización y las expansiones de las desigualdades sociales 






6.2: LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL Y SUS CONSECUENCIAS EN EL BUEN VIVIR
 
La globalización y el neoliberalismo parecen ser lo mismo. Sin embargo, un análisis más cuidadoso permite reconocerlos como fenómenos esencialmente distintos: en su caso, la globalización resulta ser un fenómeno histórico consustancial al capitalismo; mientras que, el neoliberal, es un proyecto político impulsado por agentes sociales, ideólogos, intelectuales y dirigentes políticos con identidad precisa, pertenecientes, o al servicio, de las clases sociales propietarias del capital en sus diversas formas.
La globalización es el concepto que define las transformaciones económicas, políticas y sociales ocurridas en todo el mundo a partir el éxito de la desregulación a mitad de los años setenta, que posteriormente se intensificaron después del colapso del socialismo real a finales de los años ochenta.
Por supuesto, la globalización es un proceso histórico incompleto, permanente y totalizador, aunque geográfica, económica y socialmente desigual como lo es el propio desarrollo del capitalismo, de otra manera dicha, la globalización no opera de la misma manera en todos los ámbitos de la sociedad ni en todos los países del mundo. 


CONSECUENCIAS EN EL BUEN VIVIR
  • Pobreza extrema.
  • Desempleo.
  • Explotación demográfica.
  • Alto índice de movilidad.
  • Migración a las grandes urbes y al extranjero.
  • Delincuencia extrema.
  • Narcotráfico y drogadicción.
  • Desintegración familiar.
  • Hambre sin plena satisfacción.
Los cambios sociales y económicos no han reflejado bienestar ni unidad familiar y menos aún seguridad y estabilidad a los pueblos. La crisis global toca a todas las puertas.


6.3 El nuevo orden internacional y la geopolítica del poder basada en el conocimiento.
 





6.4 LA CRISIS SITÉMICA DE LA CIVILIZACIÓN
 

De ese concepto de crisis total –institucional, política, socio-económica, cultural y generadora de sentido.

 Ante la crisis sistémica que son una serie de sucesos, por los que atraviesa la civilización; confluyen de múltiples tipos de crisis entre ellos tenemos: crisis ecológica (desastres medioambientales de todo tipo); crisis  energética (aumento de los precios del petróleo); crisis alimentaria (aumento de los precios de los alimentos, desnutrición y hambrunas). Cabría por tanto preguntarse si no estamos a las puertas de una crisis mayor: la crisis de la civilización (o del sistema) capitalista. Esto es, de una crisis que afecta al conjunto de conocimientos y costumbres que constituyen la civilización de la que formamos parte, la cual cabe matizar que está enmarcada en un entramado político, social y económico global dominante que permite atribuirle a esta civilización el adjetivo de capitalista.


La crisis ecológica como base de la crisis civilizatoria




 La divulgación de la expresión crisis de civilización tiene su origen en la publicación de los primeros informes elaborados por el Club de Roma. Entre estos cabe destacar el informe acerca. Los límites del crecimiento, que fue encargado por el Club de Roma. En éste informe se alertaba sobre la imposibilidad de mantener el actual crecimiento exponencial de la población, la industrialización, la producción de medios de subsistencia, de la contaminación y del agotamiento de los recursos naturales. La conclusión a la que llegaron sus autores era que si la tendencia de estos crecimientos exponenciales se mantenía, la humanidad se toparía con los límites al crecimiento en el próximo siglo, salvo que se estableciera una estabilidad económica y ecológica sostenible que permitiera escapar al desastre  (Meadows, D. et al., 1972).

La crisis cultural y de creación del sentido, lo que Freud denominaba como malestar en la cultura tiene que ver con lo anterior pero no sólo con ello. Es parte de la alineación de la vida bajo el sistema capitalista, de la cosificación del ser humano, de la inundación del consumo de todas las esferas de la existencia, pública y privada, de la conversión del tiempo en unidades o fracciones que sólo parecen tener sentido si lo son como partes de lo productivo o el consumo. La dimensión del yo sólo a través de la mercancía, de la valorización del capital nos impide ser y nos arroja al tener. El hombre social y el “homo ludens” han pasado a ser antes que nada objetos de generación de plusvalía, fuera y dentro del trabajo. No hay nada ya prácticamente que no esté sujeto a la ley del valor. Desde que el ser humano tiene su primer empleo, su vida es ya financiada, con  esa pequeña tarjeta de plástico, hasta su muerte.
La crisis energética parece ignorarse muchas veces como un elemento clave de la crisis capitalista. El protagonismo del discurso de los hedge founds, de las hipotecas ninja o subprime parece devorarlo todo. Y sin embargo, muchos de los grandes problemas del capitalismo actual no pueden entenderse sin esa crisis.
El mito del crecimiento ilimitado como principal causa del problema
 
Si existe un referente del progreso en nuestras sociedades, dominadas por el economicismo, este es el Producto Interior Bruto (PIB), el cual mide la cantidad de bienes y servicios que se producen a lo largo de un año, lo cual a su vez es un indicador de las riquezas (o rentas) que se generan dicho territorio. Aparte del hecho de que este indicador no refleja cómo se distribuyen dichas riquezas, el PIB invisibiliza aspectos que son esenciales tanto para la propia economía como para la vida, como son los servicios ecosistémicos (fotosíntesis, ciclo del agua, del ozono, regulación del clima, etc.) y el trabajo no remunerado como es el trabajo doméstico, que por lo general es realizado por mujeres (ej.: parir, alimentar, educar, dar afecto, etc.). Mientras, por otra parte, se contabilizan ciertos “males” como riqueza (agotamiento de recursos y gastos compensatorios). 




¿Y la tecnología?


Es normal que ante esta problemática muchos se pregunten acerca de si el crecimiento económico no nos ha permitido por otra parte desarrollar mejores tecnologías que nos permitan reducir la contaminación y hacer un uso más eficiente de los recursos. Este es de hecho el argumento fundamental de la economía convencional. Efectivamente, el crecimiento económico ha permitido que se desarrolle tecnologías mucho más limpias que las que utilizábamos anteriormente, generándose así una mayor eco-eficiencia en los procesos productivos. 



El decrecimiento como alternativa


El concepto de decrecimiento constituye un ariete contra la idea mitológica del crecimiento ilimitado que se mantiene vigente en nuestras sociedades. Constituye por otra parte una palabra que trata de romper con el ya desacreditado concepto de “desarrollo sostenible”, tanto por la retórica que con el mismo se suele hacer, como por el simple hecho de que este último está imbuido de la propia idea de crecimiento, que con la añadidura del adjetivo “sostenible” se intenta pintar de verde. Sin embargo, hasta un niño puede comprender fácilmente que en un medio finito, como es la Tierra, nada puede crecer materialmente de forma indefinida. Por otro lado, es un eslogan más provocativo que “detener el crecimiento” o “crecimiento cero”: se suele decir que el concepto de decrecimiento constituye una “palabra bomba” (Sempere, J., 2009).

6.5 la sociedad red y la visión de lo glocal

 
Manuel Castells, un equipo de especialistas en distintos ámbitos de las ciencias sociales explora las pautas y dinámicas de la sociedad red. Fruto de este trabajo, el presente libro analiza las transformaciones acaecidas en sociedades de todo el mundo en función del papel decisivo de las redes de comunicación electrónicas. En países con contextos culturales e institucionales tan distintos como China, India o Estados Unidos examinan aspectos como la productividad en las empresas, los mercados financieros globales, la identidad cultural, los usos de Internet en la educación y la salud, el movimiento antiglobalización, los procesos políticos, los medios de comunicación y la identidad, y las políticas públicas que guían el desarrollo tecnológico. Estos trabajos, de interés directo en todos los campos de las ciencias sociales y estudios de comunicación, demuestran que la sociedad red es la nueva forma de organización social surgida en la era de la información.



 



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