UNIDAD VI
6.1 El desarrollo de la globalización y las
expansiones de las desigualdades sociales
6.2: LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL Y SUS
CONSECUENCIAS EN EL BUEN VIVIR
La
globalización y el neoliberalismo parecen ser lo mismo. Sin embargo, un
análisis más cuidadoso permite reconocerlos como fenómenos esencialmente
distintos: en su caso, la globalización resulta ser un fenómeno histórico
consustancial al capitalismo; mientras que, el neoliberal, es un proyecto
político impulsado por agentes sociales, ideólogos, intelectuales y dirigentes
políticos con identidad precisa, pertenecientes, o al servicio, de las clases
sociales propietarias del capital en sus diversas formas.
La
globalización es el concepto que define las transformaciones económicas,
políticas y sociales ocurridas en todo el mundo a partir el éxito de la
desregulación a mitad de los años setenta, que posteriormente se intensificaron
después del colapso del socialismo real a finales de los años ochenta.
Por
supuesto, la globalización es un proceso histórico incompleto, permanente y
totalizador, aunque geográfica, económica y socialmente desigual como lo es el
propio desarrollo del capitalismo, de otra manera dicha, la globalización no
opera de la misma manera en todos los ámbitos de la sociedad ni en todos los
países del mundo.
CONSECUENCIAS EN EL BUEN VIVIR
- Pobreza extrema.
- Desempleo.
- Explotación demográfica.
- Alto índice de movilidad.
- Migración a las grandes urbes y al extranjero.
- Delincuencia extrema.
- Narcotráfico y drogadicción.
- Desintegración familiar.
- Hambre sin plena satisfacción.
Los cambios sociales y económicos no han reflejado
bienestar ni unidad familiar y menos aún seguridad y estabilidad a los pueblos.
La crisis global toca a todas las puertas.
6.3 El nuevo orden internacional y la geopolítica del poder
basada en el conocimiento.
6.4 LA CRISIS SITÉMICA DE LA CIVILIZACIÓN
De ese
concepto de crisis total –institucional, política, socio-económica, cultural y
generadora de sentido.
Ante la crisis sistémica que son una serie de sucesos, por los que
atraviesa la civilización; confluyen de múltiples tipos de crisis entre ellos
tenemos: crisis ecológica (desastres medioambientales de todo tipo);
crisis energética (aumento de los precios del petróleo); crisis
alimentaria (aumento de los precios de los alimentos, desnutrición y
hambrunas). Cabría por tanto preguntarse si no estamos a las puertas de una
crisis mayor: la crisis de la civilización (o del sistema) capitalista. Esto
es, de una crisis que afecta al conjunto de conocimientos y costumbres que
constituyen la civilización de la que formamos parte, la cual cabe matizar que
está enmarcada en un entramado político, social y económico global dominante
que permite atribuirle a esta civilización el adjetivo de capitalista.
La crisis
ecológica como base de la crisis civilizatoria
La
divulgación de la expresión crisis de civilización tiene su origen en la
publicación de los primeros informes elaborados por el Club de Roma. Entre
estos cabe destacar el informe acerca. Los límites del crecimiento, que fue
encargado por el Club de Roma. En éste informe se alertaba sobre la
imposibilidad de mantener el actual crecimiento exponencial de la población, la
industrialización, la producción de medios de subsistencia, de la contaminación
y del agotamiento de los recursos naturales. La conclusión a la que llegaron
sus autores era que si la tendencia de estos crecimientos exponenciales se
mantenía, la humanidad se toparía con los límites al crecimiento en el próximo
siglo, salvo que se estableciera una estabilidad económica y ecológica
sostenible que permitiera escapar al desastre (Meadows, D. et al., 1972).
La crisis cultural y de creación
del sentido, lo que Freud denominaba como malestar en la cultura tiene que ver
con lo anterior pero no sólo con ello. Es parte de la alineación de la vida
bajo el sistema capitalista, de la cosificación del ser humano, de la
inundación del consumo de todas las esferas de la existencia, pública y
privada, de la conversión del tiempo en unidades o fracciones que sólo parecen
tener sentido si lo son como partes de lo productivo o el consumo. La dimensión
del yo sólo a través de la mercancía, de la valorización del capital nos impide
ser y nos arroja al tener. El hombre social y el “homo ludens” han pasado a ser
antes que nada objetos de generación de plusvalía, fuera y dentro del trabajo.
No hay nada ya prácticamente que no esté sujeto a la ley del valor. Desde que
el ser humano tiene su primer empleo, su vida es ya financiada,
con esa pequeña tarjeta de plástico, hasta su muerte.
La crisis energética parece
ignorarse muchas veces como un elemento clave de la crisis capitalista. El
protagonismo del discurso de los hedge founds, de las hipotecas ninja o
subprime parece devorarlo todo. Y sin embargo, muchos de los grandes problemas
del capitalismo actual no pueden entenderse sin esa crisis.
El mito
del crecimiento ilimitado como principal causa del problema
Si existe
un referente del progreso en nuestras sociedades, dominadas por el
economicismo, este es el Producto Interior Bruto (PIB), el cual mide la
cantidad de bienes y servicios que se producen a lo largo de un año, lo cual a
su vez es un indicador de las riquezas (o rentas) que se generan dicho
territorio. Aparte del hecho de que este indicador no refleja cómo se
distribuyen dichas riquezas, el PIB invisibiliza aspectos que son esenciales
tanto para la propia economía como para la vida, como son los servicios
ecosistémicos (fotosíntesis, ciclo del agua, del ozono, regulación del clima,
etc.) y el trabajo no remunerado como es el trabajo doméstico, que por lo general
es realizado por mujeres (ej.: parir, alimentar, educar, dar afecto, etc.).
Mientras, por otra parte, se contabilizan ciertos “males” como riqueza
(agotamiento de recursos y gastos compensatorios).
¿Y la
tecnología?
Es normal
que ante esta problemática muchos se pregunten acerca de si el crecimiento
económico no nos ha permitido por otra parte desarrollar mejores tecnologías
que nos permitan reducir la contaminación y hacer un uso más eficiente de los
recursos. Este es de hecho el argumento fundamental de la economía
convencional. Efectivamente, el crecimiento económico ha permitido que se
desarrolle tecnologías mucho más limpias que las que utilizábamos
anteriormente, generándose así una mayor eco-eficiencia en los procesos
productivos.
El
decrecimiento como alternativa
El
concepto de decrecimiento constituye un ariete contra la idea mitológica del
crecimiento ilimitado que se mantiene vigente en nuestras sociedades.
Constituye por otra parte una palabra que trata de romper con el ya
desacreditado concepto de “desarrollo sostenible”, tanto por la retórica que
con el mismo se suele hacer, como por el simple hecho de que este último está
imbuido de la propia idea de crecimiento, que con la añadidura del adjetivo
“sostenible” se intenta pintar de verde. Sin embargo, hasta un niño puede
comprender fácilmente que en un medio finito, como es la Tierra, nada puede
crecer materialmente de forma indefinida. Por otro lado, es un eslogan más
provocativo que “detener el crecimiento” o “crecimiento cero”: se suele decir
que el concepto de decrecimiento constituye una “palabra bomba” (Sempere, J.,
2009).
6.5 la sociedad red y la visión de lo glocal
Manuel Castells, un equipo de
especialistas en distintos ámbitos de las ciencias sociales explora las pautas
y dinámicas de la sociedad red. Fruto de este trabajo, el presente libro
analiza las transformaciones acaecidas en sociedades de todo el mundo en
función del papel decisivo de las redes de comunicación electrónicas. En países
con contextos culturales e institucionales tan distintos como China, India o
Estados Unidos examinan aspectos como la productividad en las empresas, los
mercados financieros globales, la identidad cultural, los usos de Internet en
la educación y la salud, el movimiento antiglobalización, los procesos
políticos, los medios de comunicación y la identidad, y las políticas públicas
que guían el desarrollo tecnológico. Estos trabajos, de interés directo en
todos los campos de las ciencias sociales y estudios de comunicación,
demuestran que la sociedad red es la nueva forma de organización social surgida
en la era de la información.
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